miércoles, 23 de junio de 2010

Los relojes chinos son suizos


En Suiza, el tiempo corre de otra manera. Detrás de sus célebres relojes las historias se remontan a siglos atrás, y detrás de cada pieza hay infinidad de cuentos. Uno de los más fascinantes me lo contaron en la sede de Patek Philippe, una casa repleta de historia. En el siglo XVIII, los relojeros suizos establecieron un importante puente comercial con los emperadores chinos. Estos, cautivados por la relojería, el lujo y la precisión de tan fascinantes objetos, acogieron con asombro la idea suiza de que cada reloj que se fabricaba para el mercado asiático, fuera producido a pares. Inspirados por la dualidad del ying y el yang, hasta el populoso puerto de Cantón llegaban cada año barcos con pares de relojes que adquirían desde comerciantes a emperadores. El Museo Patek Philippe decidió hace un tiempo rescatar el mayor número de "relojes gemelos", y después de una titánica búsqueda, logró reunir algunas decenas de estas inusuales piezas. Muchas de ellas han viajado desde remotos puntos del globo, escondidos en colecciones privadas, museos y hasta en cajas sin desembalar. La muestra, Le miroir de la séduction, que se puede ver en el Museo Patek Philippe de Ginebra hasta octubre, es sorprendente. Joyas insólitas y duplicadas cuyo encuentro provoca un curioso juego de espejos. Parejas separadas por siglos abrazan de nuevo un tiempo en común. Me pregunto cuántas cosas se contarán entre sí de sus aventuras en solitario estos pares de gemelos. Denle tiempo a su imaginación.

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