martes, 1 de junio de 2010

Spiderwoman



Pensé que no se iba a morir nunca. Llevo años mirando su rostro repleto de arrugas, inmortalizado en pliegues de una piel de casi 99 años y un brillo guasón en los ojos. Se ha ido Louise Bourgeois, y con ella, la tela de araña se ha quedado vacía. Planeé una visita a su casa de Chelsea, donde los domingos recibía a las visitas, pero he llegado tarde. Envidié a Eduardo Lago por haber podido conocerla y contarlo en El País, y a Robert Mapplethorpe por retratarla con un pene gigantesco. El erotismo también formaba parte de sus juegos. Ella dijo que hacía esculturas para expresar emociones. Y que sus emociones no se correspondían con su tamaño. Pero no estoy de acuerdo. Sí le cabían. Y la araña seguirá recorriendo el mundo. Adiós, mamá Louise.

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