miércoles, 30 de junio de 2010

Sin Complejos


En otra vida desearía ser crítico musical. Algunos amigos lo son, y los que no lo son, tienen oído y conocimientos más que suficientes para serlo. Sin proponérselo, entre unos y otros han despertado a la fan que hay en mí, capaz de reprogramar las vacaciones para ir a Estocolmo a ver a Hurts y a Robyn o pagar 800 euros para escuchar en directo a Twoo Door Cinema Club y Gorillaz; un viaje de trabajo me obligó a renunciar al Primavera Sound, y no iba a permitir que sucediera los mismo con el Sónar. El viernes estaban programados Hot Chip, LCD y 2many DJ's. Sólo diré que cumplieron con su cometido. Era la segunda vez que veía a los primeros y su nerd pop no falla a la hora de ponerte una sonrisa en la cara.

El sábado un problema de timming puso muy difícil que llegásemos a Jónsi (para cuando Roxy Music se despedía de sus frustrados pero felices espectadores/acólitos entre los que, por supuestísimo, me encontraba, al cantante de Sigur Rós le quedaban escasos minutos).

Dizzee Rascal hizo que me tuviera que tragar mi discursito de que el único sonido que me gusta es la new wave y el post punk, porque desde que los chicos empezaron a rapear, el vacío dejado por el Sr. Ferry, que no quiso complacernos con Slave to Love o More than this, pasó a un plano secundario. Como los Fuck Buttons; después de escuchar Bonkers, del SonarClub no me movía nadie. ¿Mathew Herbert y Dj Hell? También estuvimos, pero me temo que no soy tan avanzada.

Por Ana F. Parrilla. Directora de Belleza de Harper's Bazaar.

Imagen: Bryan Ferry en el concierto de Roxy Music. Sónar 2010.

miércoles, 23 de junio de 2010

Los relojes chinos son suizos


En Suiza, el tiempo corre de otra manera. Detrás de sus célebres relojes las historias se remontan a siglos atrás, y detrás de cada pieza hay infinidad de cuentos. Uno de los más fascinantes me lo contaron en la sede de Patek Philippe, una casa repleta de historia. En el siglo XVIII, los relojeros suizos establecieron un importante puente comercial con los emperadores chinos. Estos, cautivados por la relojería, el lujo y la precisión de tan fascinantes objetos, acogieron con asombro la idea suiza de que cada reloj que se fabricaba para el mercado asiático, fuera producido a pares. Inspirados por la dualidad del ying y el yang, hasta el populoso puerto de Cantón llegaban cada año barcos con pares de relojes que adquirían desde comerciantes a emperadores. El Museo Patek Philippe decidió hace un tiempo rescatar el mayor número de "relojes gemelos", y después de una titánica búsqueda, logró reunir algunas decenas de estas inusuales piezas. Muchas de ellas han viajado desde remotos puntos del globo, escondidos en colecciones privadas, museos y hasta en cajas sin desembalar. La muestra, Le miroir de la séduction, que se puede ver en el Museo Patek Philippe de Ginebra hasta octubre, es sorprendente. Joyas insólitas y duplicadas cuyo encuentro provoca un curioso juego de espejos. Parejas separadas por siglos abrazan de nuevo un tiempo en común. Me pregunto cuántas cosas se contarán entre sí de sus aventuras en solitario estos pares de gemelos. Denle tiempo a su imaginación.

martes, 22 de junio de 2010

El Thyssen y su Ghirlandaio




¿Os he dicho alguna vez que me encanta el fútbol (y, sobre todo, los partidos de España en el mundial)? Cada vez que hay un partido importante, Madrid se queda vacío y salir a la calle y hacer cosas en las que, en otras circunstancias, sería una hormiguita más, se convierte en un plan perfecto.

Todo esto viene porque el Thyssen inaugura mañana su exposición Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia, pero a algunos privilegiados nos hicieron ayer un preview, justo coincidiendo con el partido España-Honduras. Nadie en la calle. Los astros se aunaron para los amantes del arte y nos conjuraron la tranquilidad necesaria para poder disfrutar a Ghirlandaio como se merece.

El artista, cuyo retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni es el buque insignia del museo (y de la muestra), se convierte en la excusa perfecta para dar unas pinceladas –aptas para los menos entendidos– sobre el arte florentino del renacimiento.

¿Lo que más me gustó? María Magdalena Penitente adorando la cruz en un paisaje rocoso del maestro Filippino Lippi, procedente de una colección privada neoyorquina. Un cuadro desconocido e impactante al tiempo.

Y cuando volví a casa... España había ganado el partido.

Paloma Abad. Harper's Bazaar.

domingo, 6 de junio de 2010

Dans Le Noir




Nunca había participado en una cata a ciegas. Quiero decir, literalmente a ciegas. Eso fue lo que hice este viernes con Omar Sequera, el brand ambassador de Grey Goose en España.

Quedé con ellos en el Hotel Puerta de América para un evento reducidísimo (éramos sólo dos personas) y al llegar me pusieron un antifaz. Decía Omar que así el cuerpo se veía obligado a mejorar el resto de sentidos.A decir verdad, a mí no me acabó de funcionar: cuando tenía que oler a patata (el ingrediente del vodka en el principio de los tiempos), no me olía, y cuando me debía oler a uva (otro de los ingredientes que podría tener) era cuando olía a patata.

En fin, que el chico fue muy pero que muy paciente conmigo y ese olfato de tercera con el que tengo que cargar y me explicó paso a paso la historia del vodka, acabando la cata con el que él representa: Grey Goose, destilado de trigo procedente de Cognac (Francia).

Entre las reminiscencias que se supone que deja en la boca al tragarlo están los cítricos (lima, limón y naranja), las almendras y el croissant (quizá por ser trigo francés, y por esto de darle un toque charm). Puedo prometer y prometo que yo no encontré más que un sabor rasposo en la garganta pero... al llegar a la calle... ahí estaba: sabor a crossiant.

Pura sorpresa y puro placer. Ese fue el momento en que realmente me sentí merecedora del diploma del curso "Dans Le noir" que me dieron al salir (junto con una pequeña botella de vodka para que siga practicando). Y aquí os lo muestro con orgullo.

Paloma Abad, Harper's Bazaar

martes, 1 de junio de 2010

Spiderwoman



Pensé que no se iba a morir nunca. Llevo años mirando su rostro repleto de arrugas, inmortalizado en pliegues de una piel de casi 99 años y un brillo guasón en los ojos. Se ha ido Louise Bourgeois, y con ella, la tela de araña se ha quedado vacía. Planeé una visita a su casa de Chelsea, donde los domingos recibía a las visitas, pero he llegado tarde. Envidié a Eduardo Lago por haber podido conocerla y contarlo en El País, y a Robert Mapplethorpe por retratarla con un pene gigantesco. El erotismo también formaba parte de sus juegos. Ella dijo que hacía esculturas para expresar emociones. Y que sus emociones no se correspondían con su tamaño. Pero no estoy de acuerdo. Sí le cabían. Y la araña seguirá recorriendo el mundo. Adiós, mamá Louise.